Pues al ser la filosofía en cierto modo algo propio de los hombres, así como las clases de artesanía existen en modos propios de los hombres, se considera imposible que toda la tierra habitada abandone la filosofía, del mismo modo que hay que pensar que es imposible que abandone las artes naturales. En efecto, si alguna parte de aquella [la tierra habitada] careciera de ellas, es decir, de las artes, como, por ejemplo, el cuarto septentrional de la tierra, no carecerán de ellas los otros cuartos, pues ya se ha explicado que la población humana es posible tanto en la parte meridional como septentrional.
La filosofía, pues, quizá exista en todo tiempo en la mayor parte del sujeto, como el hombre existe por el hombre, y el caballo por el caballo. El intelecto especulativo es, según este modo, inengendrable e incorruptible. Y universalmente es así respecto del intelecto agente que crea los inteligibles, como respecto del intelecto receptivo que distingue. En efecto, del mismo modo que el intelecto agente nunca cesa de engendrar y de crear en sentido absoluto, aunque quede excluido de la generación algún sujeto, así sucede también con el intelecto que distingue.
[19] Averroes, Gran comentario al libro «Sobre el alma» de Aristóteles, trad. de Andrés Martínez Lorca. <<
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