sábado, 18 de marzo de 2017

Las fases del impresionismo

En principio, conviene separar claramente dos generaciones: la que podríamos llamar propiamente impresionista, creadora, clásica, y la neoimpresionista, reformadora, inquieta, problemática. La una deja planteado todo un estilo y, por cierto, uno de los más característicos de Europa en los últimos tres siglos. La otra abre caminos insospechados y prepara los frutos del arte contemporáneo.

  El público europeo recibió al impresionista con cajas destempladas. Mejor dicho, ni siquiera lo recibió. Jamás lo admitió. Lo arrojó despectivamente del cenáculo de la alta sociedad. Esto podría movernos a pensar. Porque si el Impresionismo es, como se afirma, la lógica evolución del arte europeo figurativo de la Edad Moderna, y el europeo siempre había aceptado de mejor o peor grado las innovaciones artísticas que se producían en el continente, ¿por qué esa repulsa tan violenta contra el Impresionismo?, ¿por qué esa respuesta tan airada y sorprendente? Por otro lado, no debemos creer que fuera un gesto, o simplemente una consecuencia del natural desprestigio que los artistas vienen sufriendo desde el siglo XVIII. No, no es nada de esto; Europa ha acogido unas veces bien y otras mal a sus «artistas», pero siempre ha admitido el «arte», es decir, un nuevo estilo. No se trata ahora de rechazar al artista como personaje humano, sino el propio estilo. La sociedad francesa de finales del XIX se pronunció frenéticamente contra el nuevo estilo. Existe en el fondo de esta negación un oculto temor que no podemos enjuiciar en estos momentos. Parece como si la sociedad decimonónica comprendiera que aquel estilo era algo así como el canto de cisne de su dorado positivismo liberal.

  El artista impresionista es también un positivista; no podía por menos. Estaba viviendo en Francia, la cuna de Augusto Comte, y éste estaba llamado a ejercer gran influencia en todos los ámbitos culturales. Para demostrar esta afirmación, tenemos todas las consideraciones científicas de los impresionistas, sobre todo las relacionadas con fenómenos ópticos. La obra de Claude Bernard, «Introducción al estudio de la medicina experimental», tuvo hondas consecuencias para la primera generación de impresionistas. Las conclusiones ópticas de Bernard, y, en general, de todos los científicos de su tiempo, fueron ensayadas por los impresionistas con sus lienzos y sus pinceles.

  La tradición viene llamando impresionismo a una variedad de ensayos pictóricos que admiten difícil unificación entre ellos. A diferencia de otros estilos posteriores, el Impresionismo no se manifestó como una escuela, ni publicó manifiesto (como ocurrió más tarde con el futurismo, el dadaísmo, el surrealismo, etc…), sino que fue un brote inconexo y espontáneo de varios pintores franceses. Todos ellos tienen una característica común, que no es la pintura atmosférica, como se ha venido diciendo (esto ya lo pintaban los europeos desde el XVII), sino la pintura del tiempo, como tendremos ocasión de mostrar con mayor detalle en alguna imagen posterior.

  La tradicional explicación que hacía derivar este estilo de la Exposición del Salón de Otoño de 1874 (con su famoso «Soleil cou-chant. Impresión» (FIG. 3), que dio su nombre al movimiento) es demasiado sencilla y tosca para que pueda parecer eficaz. Monet sólo es uno de los representantes, y no el primero, de aquel movimiento pictórico.
Figura 3 Impresión sol poniente C Monet (París,museo Marmottan)
  Dentro de la primera generación impresionista, podemos separar tres ramas divergentes:

  A) El grupo llamado irónicamente Escuela de «Saint-Simeon», parodiando la seriedad romántica de los saint-simonianos. Este grupo estaba formado fundamentalmente por Boudin, los pintores de Honfleur, Jongkind y el propio Courbet. No suelen considerarse como impresionistas, sino como ilustres precedentes del movimiento.

  B) El grupo de la Academia suiza, con Cézanne, Guillaumin, Oller, Pisarro, dentro del cual se manifiestan diversas tendencias que apuntan hacia los cuatro puntos cardinales.

  C) El grupo del taller Gleyre, formado por los más famosos impresionistas: Bazille, Sisley, Renoir y Monet.

  Cada uno de estos dos últimos grupos tenía características comunes y diversas. El grupo de Gleyre prefería los paisajes del norte de Francia, a poder ser acuáticos, mientras que el grupo de la Academia suiza prefería los paisajes del Centro o Sur, a poder ser de predominio terrestre. Sisley es un punto de contacto entre estas dos características.

  Boudin (1824-1898) es pintor que frecuenta la granja de Saint-Simeon, antes mencionada, y que se preocupa por los reflejos de la luz solar sobre la superficie marina. La Escuela de Saint-Simeon, con Fantin-Latour, Jongkind, etc., se formó hacia 1860. Las otras dos se forman en 1862.

  En 1863 se produce la famosa Exposición denominada el «Salón de los rechazados», en la que el Emperador admitía a los artistas que habían sido rechazados del Salón Oficial. Con ello se abre una ola de innovaciones y se deja paso libre a un fenómeno extraordinariamente creador. En esta Exposición, en la que estuvieron presentes Whistler, Jongkind, Pisarro, etc., la verdadera sorpresa la causa Manet con su atrevido «Desayuno en la hierba» (FIG. 4). Es un cuadro de técnica tradicional, que se revuelve ostentosa y desvergonzadamente contra las creencias de moralidad oficiales. A partir de este momento Manet es el líder de los rechazados, que suelen reunirse en el Café Guerbois, de la avenida Clichy.


Figura 4 El desayuno en la hierba Eduardo Manet (París, museo del Louvre)

  En 1867 hay otra Exposición en la que Manet obtiene señalado triunfo. En 1870 muere uno de los pintores más prometedores del momento, Bazille, cuya «Reunión en familia» (FIG. 5) es un estupendo ensayo de iluminación exterior. La guerra dispersa o aniquila a la mayoría de los artistas del momento. Parece que la rebelión de los «rechazados» va a consumirse en una protesta vana.Entre 1872 y 1877 se gesta el auténtico Impresionismo, y sus más geniales representantes en Francia son Monet, Renoir, Pisarro, Sisley, Cézanne y Guillaumin. En 1874 se celebra una Exposición de «impresionistas» (fueron llamados así en tono despectivo) en casa de Nadar. No es un Salón oficial, ni siquiera una Sala abierta al gran público, sino una especie de cenáculo para amigos y simpatizantes. Más tarde, las exposiciones se suceden y aunque el gran público y la crítica oficial sigue fustigando a los «rebeldes», el nuevo estilo va ganando adeptos, entre la clase intelectual sobre todo.
Figura 5 Reunión de familia  (Paris, museo del Louvre)

  Eduardo Manet (1832-1883) adquirió su técnica visitando los mejores museos de Europa y contemplando a los maestros barrocos, sobre todo Velázquez, Goya y los italianos. «Olimpia» (FIG. 6), otra gran obra suya de 1866, no causó menos escándalo que el «Desayuno en la hierba», del 63.A partir de 1874 deja su liderato entre los jóvenes artistas del Guerbois a Claude Monet, pintor de Ninfeas, Catedrales y estudios luminosos insuperables. Monet busca la síntesis en cada una de sus pinceladas y desempeña durante varios años el papel más avanzado entre los impresionistas. Se mantuvo siempre fiel a su estilo, a diferencia de Manet, que ensayó muchas otras soluciones. La influencia de Berthe Morisot, discípula de Corot y modelo de Manet, es fundamental para que éste acepte a Monet y siga sus enseñanzas.


figura 6 Olimpia Eduardo Manet (París, Museo del Louvre)

  Edgar Degas (1834-1917) es un pintor formado académicamente en Italia, pero no convencido por el arte oficial, es decir, el naturalista romántico. Abandona pronto su estilo y técnica para buscar soluciones luminosas, no exteriores, como la mayoría de los impresionistas, sino interiores. Pinta bailarinas y escuelas de «ballet» (FIG. 7), como motivo principal. A veces sale al aire libre para pintar alguna carrera del hipódromo (FIG. 8). A partir de 1886 se alejó bastante del grupo impresionista. Camille Pisarro (1830-1903) es un paisajista formado en la tradición naturalista de Courbet y Corot. Gusta del aire libre y de la iluminación intensa y reverberante (FIG. 9). En un período de su vida practica el divisionismo, adelantándose así a posteriores ensayos. Este periodo divisionista de Pisarro puede situarse entre 1886 y 1888 (FIG. 10). Más tarde vuelve al Impresionismo normal.


Figura 7 la repetición Edgar Degas (Glasgow,museo de arte)


Figura 8 En las Carreras Edgar Degas (París museo del Louvre)


Figura 9 Camino de Versalles a Louveciennes Camille Pizarro



Figura 10 Mujer en el huerto , Camile Pizarro (París, museo del Louvre)
  Claude Monet (1840-1926) no tiene largos precedentes en la pintura anterior, sino que se forma directamente con preimpresionistas como Jongkind, Boudin, etc., en la escuela de Saint-Simeon. Enamorado desde muy pronto de los ambientes abiertos y la iluminación exterior, está en insuperables condiciones para conseguir una de las cumbres del estilo en la Exposición de 1874. También influye en su estilo la pintura inglesa de Turner, que tiene ocasión de conocer en 1870, en un viaje a Londres. A partir de 1890 comienza sus famosas series de la catedral de Rouen (FIG. 11), etc… En el siglo XX consigue sus mejores obras, denominadas Nynfeas, en las que la expresión lírica supera todo hallazgo visual (FIG. 12). Monet atravesó una larga carrera entre el dominio de una nueva técnica expresiva a la expresión consecuente, a través de esa misma técnica, de todo lo que encerraba su afectividad y su inteligencia. Es pintor poco variado porque su obra no presenta escotaduras y disgresiones, como la de Manet o cualquier otro. Durante toda su vida vivió dedicado al impresionismo y a perseguir a través de las impresiones fugaces del color dividido, la esencia de la pintura.

Figura 11La catedral de Rouen pleno Sol Claude Monet



Figura 12 Estanque con ninfas (París,museo del Louvre)


Figura 13 El molino de Gallete Auguste Renoir (París, museo del Louvre)


  Auguste Renoir (1841-1919) está muy ligado a Bazille y a Monet desde 1862, en que se encuentra con ellos en el taller de Gleyre. Prefiere las pinturas animadas por personajes, sobre todo femeninos (FIG. 13). Abundan sus obras femeninas y entre ellas adquiere particular relieve el género del retrato. Utiliza el impresionismo o divisionismo cromático, tal como le inspiran las obras de Monet, aunque nunca consigue llevarlo a esa pureza que caracteriza las obras de este último (FIG. 14). A partir de 1881, a raíz de un viaje a Italia, tiene un período de regresión hacia la línea, con un contorno muy perfilado. Al final de su vida, sin volver al impresionismo, vuelve a dar importancia al color, que se apodera de la forma totalmente. En estos últimos años prefiere el color rojo y son muchos los cuadros cuya tonalidad dominante responde a esta gama (FIG. 15).Alfred Sisley (1839-1899) es un inglés afincado en Francia que se reúne con el grupo del taller de Gleyre A partir de 1880, su obra pierde en calidad todo lo que gana en monotonía, quizá por la enorme influencia de Monet, a quien intenta imitar desafortunadamente (FIG. 16).

Figura 14 La Grenouillere Auguste Renoir (Moscú, Museo Pushkin)


Figura 15 Muchacha con corona de flores (Auguste Renoir Galeria Belever)

Figura 16 La inundación en Port Marty  A Sisley París, museo del Louvre


  Paul Cézanne (1839-1906) es artista variado y profundo (FIG. 17). Parte de una fase cercana a Daumier, pero pronto entra en contacto con los impresionistas, introducido por su amigo Pisarro. A partir de 1882 se aleja definitivamente del Impresionismo y crea sus grandes obras del monte Santa Victoria, los «Jugadores de Cartas» (FIG. 18), bodegones, etc. Algunos autores afirman que llegó a ese estilo tan personal porque no pudo dominar técnicamente el Impresionismo. Lo cierto es que superó a la mayoría de los impresionistas, y con su geometrismo cromático ejerció una influencia sin par en la pintura contemporánea (FIG. 19). En los últimos años hace cuadros soberbios, como los de las «Bañistas», etc. Henri de Toulouse Lautrec (1864-1901) es un espíritu refinado y exquisito (FIG. 20), aristócrata de nacimiento y mutilado en un desgraciado accidente infantil. Sus influencias son variadas y remotas (japoneses, Degas, Monet, Lewis-Brown, etc…), pero todas ellas quedan fundidas en el crisol de su tremenda personalidad, humana y amarga como la vida misma. Dueño de un grafismo nervioso y atractivo, es el ilustrador de la vida Parísién de la época: los hombres famosos, los lugares de placer, las artistas populares, etc. (FIG. 21).

Figura 17 Autoretrato con bombin Paul Cezanne (París, collección particular)
Figura 18 Los jugadores de Cartas Paul Cezanne (París,museo de Louvre)

19 La mujer de la cafetera Paul Cezanne (París, museo del Louvre)
Figura 20 La Toilette H de Toulose-Lautrec  (París,museo del Louvre)

Figura 21 Baile en el Moulin Rouge H de Toulose-Lautrec (Colección particular)

No hay comentarios:

Publicar un comentario